Conversando con la eternidad

Cuando encontré en aquel texto de Victor Hugo, la frase:

"... en determinados momentos decididos por ti mismo, la gente vendrá a buscarlos ..."

tuve absoluta certeza de que el espíritu del autor estaba detrás de aquellas entregas.
Certeza que confió el lector compartirá conmigo después de leer el siguiente texto.


El presente escrito intenta resumir la secuencia de acontecimientos asociados a las milagrosas entregas contenidas en el último libro de Victor Hugo. El gran escritor francés autor, entre otros títulos, de "Nuestra Señora de París" y "Los miserables".
El manuscrito en cuestión que lleva por título "Conversaciones con la eternidad" es considerado su obra maestra olvidada y, como le fue indicado, se publicó de manera póstuma. Muchos años después de su muerte ocurrida en 1885, a los 83 años.





- Un llamado

A principios del tercer milenio empezaría a experimentar el despertar de manera consciente de ciertas facultades, como me fue anticipado durante un profundo llamado ocurrido en 1999.
Aquel mensaje entregado a un pequeño grupo de personas que fuimos convocados hablaba de " ... hacer tareas específicas que en forma de mensajes cada uno va recibir ...", y en mi caso personal también se hizo referencia a "El Don de la Palabra".

El evento que intentaré relatar aquí es representativo de múltiples entregas que ocurrieron alrededor de mediados de la primera década del tercer milenio.
Dinámica que se repitió con múltiples libros que literalmente me fueron materializados en diversos momentos y contextos, aunque todos ellos de forma muy similar.

Una de aquellas tardes de los tiempos de frecuentes entregas, estaba en casa descansando cuando un insistente llamado interno se despertó en mí indicando que me trasladara a la librería más cercana.
Siguiendo aquel impulso que me guiaba hacia nada en particular pues no tenía ningún libro que comprar, tampoco un autor o tema en mi mente.

Sin sentir tampoco la necesidad de preguntarme que me motivaba y sin resistencia interna alguna me dirigí hacia mi destino y como no buscaba nada en especial, solo caminé por entre los pasillos con estantes repletos de libros pero como "viendo sin ver" portadas, títulos, autores y temas, sin mirar nada atentamente pues claramente no era yo quien estaba interesado en adquirir un libro. Algo o alguien más me llevaba.

De pronto llamó poderosamente mi atención una mesa colocada al fondo de la librería que contenía libros apilados a modo de pequeñas torres, de diferentes alturas.
Dirigiendo mis pasos me acerqué y, como si fuera guiada mi mano, levanté el libro que ocupaba la cima de una de esas torres para encontrarme debajo con una portada en tonos rojo-violáceos, ilustrada con la imagen de un hombre mayor barbado con una de sus manos apoyada en su cabeza.






En grandes letras de color blanco se podía leer Victor Hugo, el nombre del autor, y más abajo aparecía el título del mismo el cual era "Conversaciones con la eternidad".
Tan pronto lo vi, aunque nada sabía de su contenido e incluso sobre la existencia de dicho título ni su temática, algo en mi interior supo que eso era lo que buscaba, así que lo tomé con mi mano, y más como un acto mecánico y rutinario que como para definir mi intención de compra la cual me fue clara en cuanto lo vi, procedí a voltear aquel volumen y leí la contraportada, y después hojee un poco su interior intentando indagar algo más y encontrar el precio de aquel ejemplar, que era el único.

Si ya aquel impulso de ir sin un objetivo claro a una librería, con solo la sensación de tener que ir, como siguiendo un llamado, era de por si extraño. Lo que sucedería a continuación aunado a las entregas de días posteriores, revelaría cuan profundo era aquel evento.



- Un regalo de Victor Hugo

Teniendo aquel ejemplar en mi mano y la certeza de que ya tenía conmigo aquello que había ido a buscar, el paso siguiente era dirigirme a pagarlo. 
Alzando la vista moví mi cabeza con la intención de explorar donde se encontraba alguno de los empleados. Una vez ubicado dirigí mis pasos hacia su encuentro y, extendiendo el libro con mi mano hacia él, le informé que estaba interesado en comprarlo.
Tomó el libro y me indicó seguirlo a la caja donde podría hacer el pago y mientras caminaba detrás de él observé como buscaba afanosamente algo en la portada, en la contraportada y en el interior de las tapas, sin poder encontrarlo. Antes de llegar al mostrador al que nos dirigíamos supe que él buscaba algo que tampoco yo pude encontrar. Alguna indicación del valor de aquel libro.

Deteniéndose, me preguntó sobre la sección de donde había tomado el ejemplar, a lo que le respondí que lo había encontrado entre unas pilas de libros, y le señale la mesa que exhibía un gran letrero indicando que eran ejemplares en remate con muy atractivos descuentos.

Encaminó sus pasos hacia ella y, colocando el libro de mi interés entre su axila a fin de poder maniobrar con ambas manos, empezó a tomar un libro tras otro de entre aquellas pilas, mismos que dejaba sobre la mesa al confirmar que cada uno tenía las correspondientes etiquetas de precio regular y de nuevo precio con el descuento. Después de revisar una media docena de ellos, me pidió que lo acompañara al mostrador.
Una vez allí colocó el libro sobre la superficie e introdujo el título del mismo en la base de datos de la computadora por medio de un teclado. Al no obtener ningún resultado lo intentó por medio del nombre del autor, sin obtener tampoco la información buscada.

Con un gesto que dejaba ver algo de frustración volvió a tomar el libro y a explorar portada, contraportada, solapas y las primeras y ultimas hojas sin éxito. Dirigiendo su mirada hacía mí me expresó lo que ya antes había atestiguado: 

¡No me aparece ninguna información en la base de datos y no tengo ninguna referencia de que este libro sea nuestro pues no tiene las etiquetas con código que traen todos nuestros libros, así que no puedo cobrárselo!.

Dicho lo anterior milagrosamente, en vez de que ello representara un obstáculo, tomó el libro con su mano y acercándomelo me dijo.

Parece que es para usted. ¡Tomé, lléveselo!

Agradeciéndole el gesto lo tomé con mi mano y regresé a casa con aquel libro obsequiado que, aunque había salido de una mesa de remates, estaba en tan perfecto estado que parecía nuevo.

Si bien lo anterior marcaría el final de la historia de la entrega física, igualmente sería apenas el inicio de una serie de profundas entregas intangibles, de parte del espíritu de Victor Hugo.

Cabe señalar que a principios del tercer milenio la referencia de ese libro en Internet era prácticamente inexistente, y aquella limitada edición única del 2002 en castellano fue un hecho extraordinario.

En resumen: Todo indicaba, y se confirmaría cada vez más, que el propio autor me había hecho entrega de una rara e invaluable joya.


"... en determinados momentos decididos por ti mismo, la gente vendrá a buscarlos ..."



- Conversando con los espíritus

Para comprender el presente escrito es fundamental conocer la historia de como surgió el manuscrito de Victor Hugo que llevaría por nombre "Conversaciones con la eternidad".

Leopoldine, hija de Victor Hugo, de apenas 19 años. Con pocos meses de casada y embarazada, muere ahogada en el Sena con su marido Charles Vacquerie.
Aquella tragedia tuvo un profundo impacto tanto en su madre, Adèle Fouchery, como en Monsieur Hugo, su padre.

Providencialmente años después la realidad del espiritismo que empezaba a difundirse en Francia (1), llevaría respuestas a su madre que le darían consuelo y le permitirían enfrentar mejor su pérdida.
Inicialmente Victor Hugo no sentiría atracción por aquella alternativa, pero viendo los efectos que aquellas sesiones tenían en su esposa, poco a poco fue internándose en el mundo de los espíritus obteniendo consuelo igualmente al inicio, pero al profundizar, llegaría a tener contactos con espíritus de consciencia más allá de la meramente mundana, y mortal.

Nota:
1)  "El libro de los espíritus" y "El libro de los mediums", entre muchos otros sobre el tema, fueron escritos por el francés Allan Kardek (Hippolyte Léon Denizard Rivail), contemporáneo de Victor Hugo.



Aquellas exploraciones espíritas de Victor Hugo serían recogidas en el texto titulado "Les tables tournantes de Jersey" (que en castellano literalmente significa "Las mesas giratorias de Jersey", conversaciones que también fueron publicadas como "Lo que dicen las mesas parlantes"). Título que describe la técnica de espiritismo empleada consistente en pequeñas mesas ligeras de madera cuyos giros transmitían mensajes. Otras modalidades usadas eran golpes de sus patas contra el suelo a modo de telegrafía, o bien contra el teclado de un piano lo que producía música.
Incluso era posible el registro gráfico (dibujos y escritos), fijando una pluma a una de las patas.





- Los niveles espirituales

El texto de Victor Hugo recoge las transcripciones de numerosas sesiones llevadas a cabo entre 1853 y 1855 en la isla de Jersey, lugar de exilio del escritor.
Si bien son muy numerosos tanto los espíritus como los mensajes entregados sobresaliendo grandes personajes de la historia, los verdaderamente trascendentes (no mundanos) son más bien una pequeña minoría. Contactos que van reflejando los niveles de evolución que experimentó en su espíritu y forma de pensamiento Monsieur Hugo, por medio de aquellas sesiones.
Niveles que en el libro se encuentran representados claramente en un diagrama de círculos concéntricos (círculos, como los de la Divina Comedia del Dante), donde se plasman gráficamente las revelaciones recibidas que hablan de que las almas en la Tierra están atrapadas. Desde en los minerales, los vegetales, los animales hasta en la especie humana. Un proceso espiritual evolutivo.


- El velo de la muerte

Entre los mensajes trascendentes entregados se encuentran aquellos que hacen referencia a su obra más allá de su propia muerte y se le indica dejar instrucciones para solo publicar aquel material hasta muchos años después de haber dejado su cuerpo. En el siglo XX.

“... Tú, tu trabajo póstumo puede ser aun algo viviente, de modo que ha ciertos intervalos pueda hablar a la posteridad y decirle cosas desconocidas que habrá tenido tiempo de madurar en la sepultura. Lo que es imposible hoy en día es necesario mañana. En tu Última Voluntad Testamento, espacia tus trabajos póstumos, uno cada diez años, uno cada cinco años. ¿No puedes ver la grandeza de una tumba que, de tiempo en tiempo, en periodos de crisis humana, cuando alguna sombra pasa sobre el progreso, cuando las nubes eclipsan el ideal, de repente abre sus labios de piedra y habla? La gente busca; tu sepultura encuentra. La gente duda; tu sepultura afirma. La gente niega; tu tumba demuestra. ¿Y que demuestra? Lo que contiene; demuestra, con no sé que oscura y solemne autoridad todas las verdades que hoy aún se encuentran en el futuro. Tu muerto ayudas a los vivos. Tú, mudo los educas, Tú invisible, los ves.

Tu trabajo no dice ¨quizá¨. Dice ¨ciertamente¨. No recurre a subterfugios; va directo al punto. Sabe que un fantasma no se oculta detrás de artefactos retóricos. Los fantasmas son intrépidos, las sombras no parpadean ante las luces. Así, haz un trabajo afirmativo para el siglo XX, en lugar de uno para el siglo XIX que engendra duda. Séllalo contigo en tu sepulcro de forma que, en determinados momentos decididos por ti mismo, la gente vendrá a buscarlos. ...”

En este punto debo decir que hasta el día de hoy que esto escribo, nunca he leído el libro completo pues así como fue entregado físicamente en la librería, igualmente por las noches era despertado cotidianamente de madrugada a las 3:33 con indicaciones de buscar en páginas específicas, donde encontraba mensajes cuya secuencia iba narrando cierta temática que, atendiendo a las indicaciones recibidas, transcribía en ciertos blogs, a modo de notas personales, públicas.
Los párrafos anteriores, por ejemplo, provienen del sitio que compendia extractos relativos a la muerte. Igualmente existen otros sobre otras temáticas, como la duda, etc..

En cuanto a los mundos espirituales solo una vez que la consciencia logra atravesar las capas mundanas asociadas a apegos materiales, emocionales, afanes de lucro, poder, fama y demás aspectos inherentes a la condición humana, es que pueden empezar a develarse realidades verdaderamente trascendentes.

Incluso más allá de los párrafos anteriores que contienen algunas profundas revelaciones personales dirigidas a Victor Hugo, de los cuales hay varios más, existen profundas revelaciones asociadas a la Metempsicosis o transmigración de las almas hacia distintos planetas con diferentes distancias a su respectivo Sol (estrella central).
Mundos de castigo, los más alejados y mundos de recompensa, los más cercanos.

Literalmente el texto dice:
"... el castigo está en proporción directa a la distancia al Sol."

 Asimismo al respecto del castigo afirma: 
"... Por castigo quiero decir esperanza de liberación. Por castigo quiero decir certeza de perdón. Por castigo quiero decir ascensión."







Mundos punitivos y mundos de recompensa

A continuación transcribo algunos de los párrafos entregados por el propio Victor Hugo al respecto de este tema, cuya profundad y exquisita belleza dan testimonio del muy elevado nivel de consciencia del ser que realiza las entregas.

“¡Oh viviente!, aquí está mi consejo para ti: tu obra del alma debe ser tu viaje del alma; no debes profetizar; debes predecir, debes dibujar predicciones en el cielo estrellado, trazar tu itinerario allí, designar con tu dedo tus posadas y enganchar los caballos de relevo del amor a tus pensamientos y, viajero invisible, marcar con anticipación los pasos desconocidos en la gran ruta de precipicios que conduce al hotel salvaje de lo incomprensible; gobernador de la inmensidad, debes decir en esas páginas cuales son los planetas que te esperan y hablar de sus civilizaciones, y de su luz y sombra de sus espinas y de sus flores, de su lugar en el horror o de su caminar en la alegría, de sus lamentos o de sus himnos y, desde las profundidades de tu sepultura el mundo debe oírte ... ”

“Prisioneros, somos sus carceleros. Todas nuestras explicaciones son llaves de calabozo. Somos los guardianes invisibles de las estrellas. ...

Queremos liberarlos; no podemos. Al final de todas nuestras explicaciones, aun de la más profunda, hay una pared. El infinito para nosotros, como para ustedes, es un callejón sin salida. Todo lo que podemos hacer es darles un cambio de celda, darles un poco más de luz y aire. podemos agrandar su claraboya, pero no podemos derribar la pared. Una ventana presupone una prisión. Nosotros somos sus ventanas. Somos al mismo tiempo haz de luz y barrote. Proyectamos sombras debido a que vertemos luz. No olvides que el sol es el único que produce sombras, es decir reflejos. ¿Sombras de quien? De Dios. ¿Reflejos de quién? de Dios. Aquí está la diferencia entre los mundos punitivos y los mundos de recompensa: en los mundos punitivos, Dios se ve a si mismo en negro; en los mundos de recompensa, Dios se ve a si mismo con la claridad del cristal. Solo los paraísos reflejan la invisibilidad”

“... los cielos se parecen a la Tierra; tiene lugar allí un rescate continuo de estrellas por estrellas. Existen grandes estrellas del mismo modo que hay grandes hombres.
... el castigo está en proporción directa a la distancia al Sol.
...
En los planetas punitivos hay hombres, bestias, plantas y piedras que contribuyen a la liberación del mundo, del mismo modo que, en los mundos de recompensa, hay soles que contribuyen a liberar a los mundos punitivos.”




- Transcomunicación Piramidal Interdimensional (TPI)


En su texto Victor Hugo hace mención de un ser de Júpiter denominado Tyatafia e igualmente hace referencia a Mercurio, entre algunos otros cuerpos celestes.

Nota: Un dato significativo es la revelación entregada de que detrás de aquella edición del 2002 de Editorial Diana del libro "Conversaciones con la eternidad" en castellano que me fuera entregada, hay seres de la estrella Arturo (Arcturus, el guardián de la osa).


Las experiencias de Victor Hugo tienen profunda resonancia con quien esto escribe quien durante años ha mantenido contacto igualmente con seres cósmicos, muy en especial Adaesuz de Andrómeda, así como algunos otros de la estrella Casiopea, de Orión, las Pléyades así como con seres de nuestro propio Sol, y de Venus. Solo por hacer mención de los más importantes.

Aunque dichos contactos se han mantenido por otras vías que en resumen podríamos decir se sintetizan en una tecnología piramidal entregada por revelación, el contenido de la información recibida es totalmente resonante con las entregas de parte de Victor Hugo.
Asimismo, de manera similar al caso de Monsieur Hugo donde las entregas que conforman su libro son fruto de múltiples sesiones llevadas a cabo durante años, igualmente por medio del dispositivo de tecnología TPI ha sido posible recibir confirmación sobre los aspectos más trascendentes de las revelaciones recogidas en la obra maestra de Victor Hugo.

Revelaciones sintetizadas en la siguiente analogía metafísica (inspirada en la física materialista), plasmada en el texto titulado




Confirmaciones que, como le fuera anticipado por "La muerte" a Victor Hugo, hacen que cada vez más vayan siendo recordadas y comprendidas sus profundas


"Conversaciones con la eternidad"


.:.


Para aquellos interesados en esta otra metodología basada en el uso de pirámides, algunas referencias empezando por la más fundamental

Nota: En el 2008 el llamado de un ser de otra dimensión anticipó que iniciaría la reentrega de la tecnología.
El trabajo de sesiones más intenso de la primera etapa, entre los años 2015 al 2017, culminó al obtenerse a nivel prototipo, una segunda versión mejorada del dispositivo, totalmente funcional.





Otras referencias:

Un dispositivo de comunicación trascendente

Un enviado desde "la muerte"

Reentrega de una milenaria tecnología cósmica, para el futuro