Astro física avanzada, una lección

Una noche conversando con el “espíritu” de Kepler le dije.
¡Tu que ya trascendiste esta dimensión, háblame de los secretos del espacio y del tiempo!.
Johannes me respondió diciendo. Te sería muy difícil comprenderme. Yo me liberé de la astronomía para entregarme a una sagrada locura, y me dediqué a trabajar en una obra más trascendente, sobre la armonía del mundo. Las ecuaciones que me fueron reveladas y que tu ciencia denomina con mi nombre llamándolas “Leyes de Kepler” contienen mucho más conocimiento del que ustedes pueden comprender ahora. Mucho más que incluso sus muy limitados modelos relativistas y conceptos cuánticos. O sus teorías de cuerdas, súper cuerdas y membranas (M).
Esos principios y la correspondiente ecuación que ustedes llaman mi tercera ley y que consideran tan solo se aplica a las órbitas de los planetas, realmente describe las proporciones entre las dimensiones y los tiempos relativos entre las mismas, una constante fundamental en el Universo. Un día lo comprenderán, cuando sus consciencias unificadas sean capaces de asimilar la holograficidad-fractal del Universo y los conceptos de física hiperdimensional, y con ello entender y manejar las líneas del tiempo.
Lo que si puedo ahora es narrarte una pequeña historia que sintetiza el conocimiento que buscas, y más: Los secretos del espacio y del tiempo como realidad percibida por la consciencia.
Una vez un hombre sin escrúpulos, ladrón y asesino, que nunca había sentido la menor empatía, afecto o interés por ninguna otra persona además de si mismo, tomó un camino. Por su forma de vida hasta ese momento, estaba escrito en su destino que debería morir en dicho sendero a manos de unos asaltantes, antes de llegar al siguiente poblado. Después de un tiempo, cansado de andar, se sentó en un tronco para recuperar fuerzas y tomar algo del alimento que llevaba consigo. Contemplando el paisaje observó un hormiguero completamente rodeado que se inundaba poco a poco con el agua de un riachuelo cuya crecida lo desbordaba hacia tierra adentro. Las hormigas atrapadas sin poder escapar se movían de un lado a otro y en círculos, sin encontrar salida a su inminente fatal destino. Aquel hombre estaba a punto de continuar con su camino indiferente a lo que veía cuando de pronto algo dentro de él sintió compasión por otros seres por vez primera en su vida. Se levantó, caminó unos pasos y recogió del suelo una rama. Tan pronto la colocó a modo de improvisado puente entre el hormiguero y la tierra seca, las hormigas comenzaron a caminar por ella logrando ponerse a salvo. El hombre continuó avanzando por el camino  …  hasta llegar al siguiente poblado.
Kepler cerró con la siguiente frase, y después se retiró.
¡Cuanto tu cambias, el Universo cambia!