Existen seres que moran mucho más allá del tiempo, donde no existe la muerte (163). Para ellos ya no hay nada deseable en este mundo (128) pues conocen su identidad esencial (97) y, más allá de un cuerpo, son libres (199). Tienen total certeza de la existencia de un mundo más allá de este (129) que les ha sido mostrado a través de la luz verdadera (44).
Saben perfectamente que es imposible ver dos mundos (130) y para ellos el Cielo es su única alternativa (138) pues tan solo quieren regresar al hogar (182), y permanecer eternamente en la presencia de Dios (157).
Saben perfectamente que es imposible ver dos mundos (130) y para ellos el Cielo es su única alternativa (138) pues tan solo quieren regresar al hogar (182), y permanecer eternamente en la presencia de Dios (157).
Ellos ya no fabrican ilusorias imágenes por medio de los ojos del cuerpo (270), tan solo ven con los ojos de su ser verdadero (271).
Esos seres no tienen duda alguna sobre el hecho de que no existe más voluntad que la voluntad de Dios (74), y que en ello radica el verdadero amor y la suprema felicidad (103) así que solo aceptan ser gobernados por Sus Leyes (76). Por lo mismo les son confiados incontables dones (166) que emplean agradecidos (123) y que les otorgan el derecho a los milagros (77).
Al aceptar su papel dentro del plan de Dios para la salvación (98), el que saben será el único que tendrá éxito (71), ayudan con sus dones al despertar de otros, pues se saben ministros de Dios (154).
Tienen total certeza de que no hay nada que temer (48), pues saben que llevan consigo la fortaleza de Dios (47) y que Su Voz los guía en todo momento (49). Así que solo ponen el futuro en Sus Manos (194) y se dejan llevar sabiendo que toda vivencia les traerá una enriquecedora enseñanza (193), pues será un eco de la Voz que habla por Dios (151).
Él es su descanso (109) y es Su Mente la que ilumina sus pensamientos (45).
Es el Espíritu Santo quien mira a través de ellos (295), y les entrega Su Palabra (296).
Tienen total certeza de que no hay nada que temer (48), pues saben que llevan consigo la fortaleza de Dios (47) y que Su Voz los guía en todo momento (49). Así que solo ponen el futuro en Sus Manos (194) y se dejan llevar sabiendo que toda vivencia les traerá una enriquecedora enseñanza (193), pues será un eco de la Voz que habla por Dios (151).
Él es su descanso (109) y es Su Mente la que ilumina sus pensamientos (45).
Es el Espíritu Santo quien mira a través de ellos (295), y les entrega Su Palabra (296).
Nota: Los números entre paréntesis corresponden al ejercicio respectivo del segundo libro o "Libro de Ejercicios" del texto titulado "Un Curso de Milagros".