Nostradamus y el papa Sixto V
La Historia tiene registro de que, en 1549 Felice Peretti de alrededor de 28 años, tuvo un encuentro con Nostradamus quien al verle se arrodilló y besó sus ropas. Felice preguntó porque besaba los hábitos de un simple fraile a lo que Nostradamus respondió: "Debo besar los hábitos de Su Santidad, el papa". Peretti estaba llamado a un destino que el famoso vidente percibió en el mismo instante en que los pasos de ambos se cruzaron. En 1585 sería nombrado papa Sixto V.
Una antigua encomienda atlante
A inicios del 2005 finalizaba lo que había sido un largo recorrido de alrededor de un mes realizando caminatas sagradas por entre los templos ubicados a lo largo del Nilo de las cuales se derivaban encuentros con secretos guardianes de los mismos templos así como la correspondiente entrega de mensajes y revelaciones. Desde el Sur, en el templo de Abu Simbel cercano a la presa de Asuán, hasta El Cairo en el Norte cercano al Delta de dicho cause, donde cerraríamos nuestro viaje con la visita a la Esfinge y las grandes pirámides de la meseta de Gizah.
Justo al día siguiente finalmente sería posible dar cumplimiento a la encomienda de los secretos guardianes atlantes y del espíritu de ME XHIC CO, misma que nos llevaba hasta aquellas lejanas tierras. El propósito era servir de alguna forma como intermediario de apoyo y testigo presencial de la interconexión energética – Ka - entre la pirámide del Sol de Teotihuacán y la Gran Pirámide que ellos realizarían, lo mismo con las esfinges de México y Egipto. Muy profundas revelaciones intraterrenas, espirituales, cósmicas y multidimensionales entregadas a lo largo de décadas, y otras de mucho más atrás junto con otras del futuro que mi muy limitada consciencia no logra comprender aun del todo, se sintetizaban en dicha encomienda.
Una encomienda vinculada a aquella hoy olvidada civilización que alcanzara profundos conocimientos científicos y tecnológicos por medio de los cuales encauzaron el aprovechamiento de diversas "fuerzas cósmicas" utilizando maquinaria piramidal. Civilización que forma parte de la edad histórica de predominio de inteligencia racional mencionada en el libro titulado “La mujer dormida debe dar a luz” de Ayocuan, misma que concluyera alrededor de 12,000 años atrás, por un cataclismo de proporciones mundiales.
¿Un premonitorio evento inter dimensional de “viaje o salto en el tiempo”, en un hotel de El Cairo?
Con el final del día se acercaba la que sería nuestra penúltima noche en Egipto y última del recorrido en si. Un tanto agotado por las actividades, estaba deseoso de una relajante ducha para refrescarme y quitarme el sudor y el polvo de la jornada antes de la cena y finalmente introducirme en un sueño reparador que recargara mis energías para la que sería nuestra última y más importante cita, antes de nuestro regreso a casa.
Llegábamos con nuestro equipaje para el registro en el que sería igualmente nuestro último hotel de aquella estancia en Egipto y, como en todas las anteriores ocasiones durante el viaje, fuimos atendidos de manera excelente, con rapidez y cortesía. La selección por parte de los organizadores, tanto de hoteles y restaurantes, así como la logística de traslados para visitar los destinos, había sido simplemente magnífica. Sin embargo algo completamente irrelevante y de muy trivial solución se tornaría en un muy extraño evento.
Asignada la habitación, con llave en mano y bastante cansado, decidí adelantarme hacia la misma. El equipaje debía de ser entregado allí en pocos minutos, en tanto mi entonces pareja y compañera de viaje, terminaba de atender algunos asuntos en el vestíbulo del hotel, como ella había preferido.
Tan pronto entré en la habitación pude apreciar un fuerte olor a tabaco proveniente del baño donde me encontré con un cenicero sucio, con una colilla apagada dentro y cenizas, así como una toalla de manos sobre el lavabo evidentemente usada. No recuerdo ya los detalles pero algún otro indicio de uso había encontrado en la cama igualmente. Dados los acontecimientos decidí al menos asomarme a la ventana para contemplar por un momento la vista del atardecer de El Cairo, pero en el horizonte frente a mi no pude observar las pirámides.
Un tanto molesto por el incidente de limpieza de la habitación que frustraba mis planes, único que recuerdo en todo el viaje y primero en mi vida de ese tipo, regresé al vestíbulo para comentarlo en la gerencia a fin de que se tomara nota del mismo y fuera solucionado por la vía que yo consideraba más conveniente y expedita. La asignación de una nueva habitación en caso de ser posible pues, el aseo tomaría más tiempo, por más rápido que pudieran hacerlo, además el penetrante olor a cigarro tardaría en retirarse. Ante tales acontecimientos decidí aprovechar, de paso, para preguntar si podrían darme una habitación con vista a las pirámides.
Amablemente el gerente atendió mi queja, me pidió sentidas disculpas por el incidente y me dijo que lo resolvería en un momento. Todo lo anterior en inglés, único lenguaje común entre ambos. Inmediatamente después se dirigió a uno de los empleados y le dio indicaciones de manera discreta.
Me senté en uno de los sillones del vestíbulo al lado de mi compañera a quien igualmente expliqué lo ocurrido. Y a partir de allí entré como “en otra dimensión” como comúnmente me ocurría con ella, de improviso y en las más extrañas circunstancias. Muchas veces conscientes en medio de rituales, como aquellas nuestras recientes caminatas y otras cotidianas como esta, de manera totalmente inconsciente e inesperada.
Transcurrido lo que yo empecé a considerar como demasiado tiempo sin tener solución, me levanté de mi asiento para dirigirme nuevamente a hablar con el gerente del hotel, quien sin darme mayor explicación tan solo me pedía disculpas por las molestias y me rogaba más tiempo de espera.
Al regresar a mi asiento, observé de pronto que mi pareja antes sentada a mi lado, ahora iba y venía presurosa acompañada de la organizadora responsable de aquel viaje. Por mi parte no entendía nada. Por que razón el gerente no me podía dar una información concreta sobre si sería posible que me reasignaran habitación o si tan solo la limpiarían debido a que no había más habitaciones disponibles. La conocida atmósfera “confusa” (interdimensional) que frecuentemente se me presentaba con ella se materializaba una vez más, la misma que incluso se manifestaría durante el que sería nuestro último viaje, en un hotel de Veracruz años después, donde tendríamos lo que sería nuestra “despedida de miel” como pareja antes de nuestra partida, yo a Chile a Isla de Pascua y ella a tierras mayas, terminando así definitivamente la muy compleja sintonía-disonancia de realidades percibidas que había marcado desde el principio nuestra intensa relación asociada a nuestro re encuentro vinculado a “La Atlántida”, misma que marcaría siempre la tónica de nuestras complejas experiencias como pareja tanto en el espacio (experiencias en montañas y templos, llamados a sitios arqueológicos secretos, etc..) como en el tiempo y su trascendencia.
Cansado y confuso como estaba, no puedo precisar cuanto tiempo pasó. La escena se repetía, ellas yendo y viniendo y hablando con el gerente igualmente, yo sin respuestas de parte de ninguna tampoco. De pronto finalmente me fue indicado que estaba lista nuestra nueva habitación.
Hasta aquí la anécdota parece tan solo un aburrido relato de un evento más bien digno de una queja escrita para el hotel o para un sitio de turismo. Excepto por su extraordinario desenlace.
Una inesperada revelación