Una tarde del 2009, en medio de una de mis cotidianas caminatas por las rutas toltecas de Coyoacán, asociadas a mi intenso proceso de separación de pareja, sentí pasar a visitar a su casa a mi amiga Ana Luisa Solís. Guardiana de una parte importante de la herencia espiritual del Tibet, desde mucho tempo atrás. Maestra y compañera de caminatas por entre las rutas sagradas de México vinculadas a Regina, con quien tuviera mi primer encuentro inconsciente a principios de los 80s, en el Espacio Escultórico de la U.N.A.M.. Un llamado del "Tloque Nahuaque".
Décadas después ella pasaría a ser una de mis maestras de danza sagrada en el calmecac de Chapultepec, así como compañera de estudios de "Un curso de milagros", y amiga.
Alrededor del 2005, ella igualmente velaría mi proceso iniciático de encierro dentro de una pequeña cueva de recapitulación en total obscuridad, guiado en espíritu por el vidente Maya-Tolteca Carlos Castillejos, durante los 3 días y 3 noches que duraría el mismo.
Ana Luisa Solís presentando un libro de Antonio Velasco Piña